Y un día ya no nos tenían en cuenta, nuestra palabra valía menos que la del sexo masculino.
Puestos de trabajo donde necesariamente se “necesitaban” hombres, porque yo no tenía la fuerza necesaria decían, pero es su miedo de que lo haga mejor hablando, porque no damos una imagen correcta a lo que se quería demostrar, porque de eso se trata de aparentar, no representaba el poder para aquellos puestos de jerarquía alta, estas y cientos de excusas estúpidas para no darme un lugar en lo laboral. Cuando te preguntan sobre trabajos para la mujer surgen maestra, secretaria, portera, niñera, ¿verdad? Son los primeros en llegar a sus mentes, pero nunca se imaginan que podamos liderar un país, una empresa. Las mujeres profesionales somos más que los hombres graduados. Ahora, son ellos los que viven y trabajan en un mundo de mujeres.
Enfrentamos grandes desventajas en el mundo del trabajo. Nos pagan menos que a los hombres, incluso cuando hacemos lo mismo. Y esto no se explica porque seamos menos productivas o estemos menos educadas. Se explica por prácticas discriminatorias, normas sociales y patrones de conducta que nos conducen a oficios peor remunerados y a menos progresos en la trayectoria laboral. Quien afirme lo anterior no está defendiéndonos en ausencia de argumentos. Está defendiendo a la evidencia, que es bastante contundente.
Durante el último siglo, las mujeres luchamos por alcanzar los mismos derechos que los hombres y vamos en camino de conseguirlo. Son ellos quienes se proclaman poderosos frente al mundo, pero las que nos cargamos el doble de deberes somos nosotras.
Que solo sirvo para tener hijos, para cuidar de estos quedándome en casa a limpiar o cocinar, todo lo que tengo que hacer es complacer, ser sumisa, su musa, y estar siempre para servirle, sexualmente igual, no acepta un no como respuesta a eso que tanto desea. Mientras tanto mis gustos no están en la lista.
Muchas mujeres como yo que se callan golpes en casa y simulan grandes sonrisas en cenas familiares, que detrás de todo eso acumulamos mucho tiempo, años, aguantando la presión que ejerce el silencio sobre nuestro pecho. Esto no es poesía, es la cruda realidad.
La tendencia de un femicidio por día, se mantiene en pie. Detrás de los números, hay nombres, hay reclamos de justicia, y también hay construcción de una impunidad de la que es responsable el Estado, sus instituciones y los gobiernos de turno.
Mi papá le pegaba mucho a mi madre y a mi hermano y la violencia psicológica estaba presente todo el tiempo. Todo lo que tiene que ver con el machismo acá es mucho más intenso. Y sin embargo yo repetía la historia porque así aprendí.
Yo sentía que no me podía despegar de él, lo idealizaba muchísimo. Le conté todo sobre mí porque qué iba a pensar que me iba a depredar esa persona. Él sabía lo que yo necesitaba y de forma inteligente y manipuladora me lo suministró, cubrió mis necesidades emocionales.
Pasamos de ser un ser humano super valioso, a simplemente un número que matan cada 23hs.
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